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Analogía: un principio heurístico para solucionar problemas

La heurística es la disciplina, el arte o la ciencia del descubrimiento y entre sus estrategias, reglas y principios, nos encontramos con el de la analogía.

El pensamiento análogo consiste en recurrir a temas conocidos para conectarlos con otros temas que no nos son familiares, y transferir o adaptar los aprendizajes de uno a otro.

Las analogías se usan cada día con más frecuencia en startups y en comités de dirección en todo el mundo para simplificar y encontrar paralelismos entre cosas distintas. Esta práctica está invadiendo rápidamente el ámbito empresarial alrededor del mundo por dos razones: funciona, y la disrupción se está dando a una velocidad sin precedentes.

Para Richard Fosterel 75% de las empresas del Índice Standard & Poor’s 500 serán reemplazadas en los próximos 10 años —una estadística preocupante para cualquier CEO. Mientras que algunos prefieren mantener este argumento entre los recursos de una startup, creemos que puede empejar a las empresas a invertir en disrupción.

Las analogías permiten a líderes, científicos y estrategas tener una visión más amplia, entender rápidamente su complejidad y evaluar decisiones desde una nueva perspectiva, que es crítica en este entorno VUCA.

¿Por qué son tan poderosas las analogías?

Las analogías ayudan a la gente a digerir nuevas ideas de forma rápida porque su simplicidad permite entender fácilmente un asunto complejo y construir a partir de él.

El pensamiento análogo permite ir un paso más allá, ya que utiliza a expertos o fuentes completamente ajenos al problema para elevar el nivel de pensamiento.

Por ejemplo, imagina a un restaurante que necesita servir a más clientes en menos tiempo, pero sin perder la variedad en el menú. Ahora, imagina que le preguntas la solución a un trabajador de los servicios de tierra (handling) de un aeropuerto, ¿qué obtienes? Podría ocurrírsele algo similar a los restaurantes  que usan una banda transportadora de sushi.

Para mejorar tu pensamiento análogo, incrementa tus experiencias. Mientras más tengas, más conexiones podrás hacer. Camina por una ruta distinta al volver a casa, lee diferentes cosas, asiste a alguna charla que no tenga nada que ver con tu trabajo o con tus pasiones, garabatea cosas, dibuja mapas mentales, pregúntale cosas a las personas que no creas que tengan la respuesta correcta.

Lo diferente es lo que importa. Si haces aviones no le preguntes tus dudas a un mecánico de autos: un cocinero es una mejor elección, porque obtendrás ideas realmente distintas.

Cómo hacer tu propio ejercicio de pensamiento análogo

Para integrar las analogías en la toma de decisiones y en la resolución de problemas complejos, necesitas un proceso. Aquí hay seis pasos para empezar:

  1. Identifica los estímulos correctos
    Aunque hay quienes deciden hacer este ejercicio en la oficina, a la mayoría le va mejor un ambiente neutral o desconocido. Algunas de las mejores sesiones se llevan a cabo en patios de juego, cocinas o iglesias. Si decides hacerlo en tu oficina, llénala de estímulos como collages, post-its y pizarras blancas. Evita a toda costa el mismo ambiente que vives a diario.
  2. Identifica el problema a resolver
    Asegúrate de que el problema a resolver esté descrito de manera concreta: es vital para maximizar las posibilidades de resolverlo. Las analogías pobres surgen cuando los problemas no están definidos de manera clara. Esto puede implicar tomarse una hora o más para refinar el problema hasta conseguir una formulación simple antes de seguir con el siguiente paso.
  3. Identifica ámbitos externos para explorar
    Éstas son las áreas que usarás para hacer las conexiones análogas. La asociación libre puede funcionar, pero de una secuencia más guiada se obtendrán resultados más precisos y se ahorrará tiempo. Ayuda a que la gente se enfoque limitando los ámbitos que van a explorar en la primera sesión, ya sea definiéndolos de antemano o con un ejercicio inicial de ideación.
  4. Explora los ámbitos elegidos para hacer conexiones
    Ésta es la parte científica o estratégica del ejercicio. Sugiere conexiones, y después analiza sus posibilidades de éxito o fracaso. ¿Qué es similar? ¿Qué es distinto? ¿Cuál fue la clave de su éxito? Asegúrate de entender plenamente la nueva conexión antes de dar el siguiente paso.
  5. Revisa tus descubrimientos y haz una propuesta
    Ahora que ya tienes las conexiones analizadas, mira la lista que hiciste y comienza a reescribirla priorizando las conexiones que se ajusten mejor a la resolución de tu problema. Algunas veces ayuda ponerlas en papeles separados y clasificarlos discutiendo con todo el grupo. Al final, analiza si las conexiones elegidas se aplican directa o indirectamente al problema que estás tratando de resolver. Es poco probable que lo que obtengas sea perfecto, pero seguramente encontrarás nuevas similitudes y nuevas conexiones.
  6. Decide
    Una vez elegida la propuesta, decide si quieres seguir avanzando en esa dirección. ¿Lo que has creado le funciona a tu empresa y le aporta valor a tus clientes? Si no es así, continúa refinando la respuesta y trabajando la analogía para obtener una solución viable.

Una advertencia respecto al paso seis. Hay que saber cuándo admitir que algo está mal o que algo ha fallado. Las malas analogías son abundantes en el mundo de los negocios. Ve más allá de ellas y desafíate no sólo a dejar de usarlas sino a cuestionar tu propia tendencia a buscar información que confirme tus creencias (sesgo de confirmación).

La analogía tiene un rol enorme en la educación y en los negocios en tanto que las empresas buscan ser disruptivas y crear nuevos mercados. Freud ya dijo que “las analogías no deciden nada, pero te hacen sentir como en casa”. No estoy de acuerdo: las analogías pueden ayudar a salvar a algunos de los negocios que desaparecerán del Índice Standard & Poor’s 500 en un futuro no tan lejano.