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COVID-19: Las Comunidades de Práctica, soluciones locales a problemas globales

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horizontal background woman in isolation at home for virus outbreak or hypochondria .

La pandemia COVID-19 no será el último problema que provocará una crisis mundial. El mundo está destinado a enfrentarse a más problemas de este tipo en el futuro. ¿Cuál es el aprendizaje que debemos extraer de la crisis actual y que debemos tener en cuenta al abordar los desafíos similares que pueden surgir en el futuro?

Hay muchos y diferentes tipos de problemas en el mundo. Estos pueden clasificarse, por ejemplo, sobre la base de dos parámetros. Un parámetro es si los comportamientos clave que causan el problema ocurren a través de un continuo desde nuestro espacio privado al espacio público. El otro parámetro a tener en cuenta es si el problema es causado por el comportamiento de una persona o por el comportamiento del grupo.

Sobre la base de este marco, la mayoría de los problemas en todo el mundo pueden clasificarse como los que se producen debido a acciones individuales en espacios privados (por ejemplo: infidelidad), acciones individuales en lugares públicos (por ejemplo: fumar en espacios libres de humo), acciones grupales en un espacio personal (por ejemplo: fiestas ruidosas en un piso) y acciones grupales en lugares públicos (ejemplo: la propagación de enfermedades infecciosas).

Cuando un problema ocurre en un espacio privado, causado por una acción individual, entonces su solución recae en el individuo. A medida que el problema se mueve a lo largo del continuo del espacio privado al dominio público, y de la acción individual a la acción grupal, deja de ser un problema individual y se convierte en un problema social. Los responsables políticos rara vez tienen en cuenta este proceso de transición. Esta deficiencia también ha sido evidente durante la actual pandemia. Es evidente que se agrava por el comportamiento irresponsable de grupos de individuos en lugares públicos. Pero los responsables políticos han estado tratando de resolver el problema dirigiéndose a las personas.

El pensamiento mágico de que en el momento en que un problema se considera un problema social, el Estado se encargará de ello, está fuertemente instalado en la mente de nuestros conciudadanos. El Estado trata de generar un cambio de comportamiento a través de la observancia y la legislación. También durante la crisis actual, el Estado utilizó la misma estrategia. Funcionó hasta cierto punto. Pero, ¿Hay una mejor manera de resolver estos problemas sociales?

En el libro “The New Localism: How Cities Can Thrive in the Age of Populism”, de Bruce Katz y Jeremy Nowak, estos nos revelan dónde reside el verdadero poder para crear un cambio social. Según ellos, el poder está cambiando en el mundo: hacia abajo de los gobiernos y estados nacionales a las ciudades y comunidades metropolitanas; y horizontalmente del sector público a redes de actores públicos, privados y cívicos. El libro cuenta las historias de algunas ciudades que están a la vanguardia de la resolución de problemas mediante el uso del nuevo poder del localismo.

La idea de resolver problemas a nivel local ha sido llevado a un nivel diferente por el antropólogo cognitivo Jean Lave y el teórico educativo Etienne Wenger. Introdujeron el concepto de Comunidades de Práctica (CoP). Un CoP es un grupo de personas que comparten una preocupación o una pasión por algo que hacen, y aprenden a hacerlo mejor a medida que interactúan regularmente. Tienden a desarrollar experiencia en la identificación de los desafíos clave de su comunidad local y la selección de soluciones viables. Un documento reciente, “Supporting Communities of Practice: A Journey to Effective Problem-Solving” de Christina Hanschke y otros publicado por Gates Open Research, propone un marco para comprender sistemáticamente las etapas que puede pasar uns CoP a medida que desarrolla su capacidad para identificar y resolver problemas e implementar buenas prácticas.

Si observamos la pandemia covid-19 a través de la lente de las CoP, nos damos cuenta de que el verdadero problema no es singular. Los problemas clave con los que cada comunidad está lidiando son múltiples. Los expertos médicos se centran en entender el nuevo coronavirus para desarrollar una vacun. Para las autoridades educativas, el principal problema se trata de realizar exámenes y adaptarse a la educación digital. Los comerciantes están desesperados por mantener sus negocios vivos. No es posible que el Estado resuelva directamente los problemas de todos estos grupos y comunidades. Los miembros de cada comunidad entienden mejor sus propios problemas. Así que cada comunidad está mejor preparada para encontrar soluciones que funcionen en el contexto local. Cuando las soluciones se acercan más a su hogar, las personas tienden a involucrarse más en el proceso y, por lo tanto, invierten más en el resultado.

Durante la crisis del covid-19, el Estado aplica desde un lugar lejano a los ciudadanos, comportamientos seguros como el uso de mascarillas, mantenimiento de normas de distanciamiento social, higiene, etcétera. Si estos códigos de comportamiento se establecieran como básicos para resolver los problemas clave de una CoP, sus miembros habrían asumido la responsabilidad de hacerlos cumplir.

¿Cuál es la desventaja de ese enfoque comunitario? Cada CoP naturalmente tratará de maximizar sus ganancias. Esto podría dar lugar a conflictos entre varias comunidades. Aquí es donde el Estado tiene que intervenir para crear una visión más amplia para resolver el problema entre las diferentes comunidades y asegurar que no avancen de forma muy divergente.

La próxima vez que nos enfrentemos a un nuevo problema social, podría ser más prudente confiar en varias Comunidades de Práctica para una variedad de soluciones más eficientes y pegadas al terreno.