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Pensamiento crítico: cuando los datos nos aturden

Argumentum verbosium

Alerta: cuando nos encontramos con un problema complejo no debemos dejarnos aturdir por la sobreabundancia de datos y renunciar a comprender su significado, dando por buena la conclusión a la que quieren llevarnos.

¿No has sufrido nunca una argumentación tan compleja, tan extensa y tan pobremente presentada que te has sentido obligado a creerla y has asumido que era cierta? Eso es precisamente una falacia argumentum verbosium, argumento por verbosidad o palabrería. La asunción de que era cierta se produce, con frecuencia, para evitar el gasto energético y de tiempo para examinar los detalles. Al mismo tiempo, debido a la intimidación por complejidad que el ponente desarrolla y al riesgo al ridículo por desconocimiento. Esta falacia tiene como epítome la siguiente frase: «Si no puedes convencerles con tu brillantez, entonces desconciértalos con todos los detalles». 

Ejemplo: «El proyecto fin de carrera de Pedro es mejor y debe tener razón, ha escrito mucho y es que tiene más de 500 páginas, el de Albert Einstein solo tenía 50». El número de páginas de un documento y complejidad aparente y subjetiva no es un factor relacionado con la calidad y veracidad de un documento. De hecho es tan solo un dato anecdótico, las grandes obras e ideas científicas se han desarrollado en artículos de no más de 30 páginas. Para realizar una aseveración se debe comprender el contenido en otro caso hay que abstenerse de hacerla.

Segundo ejemplo: Suponga que alguien quiere convencerle de que volar es muy peligroso. Si se aplica argumentum verbosium se expondrían muchísimos datos, como el número de accidentes en los cincos años pasados, el número de personas que han muerto, luego lo mismo divididos por líneas aéreas y así hasta aportar 25 estadísticas diferentes. Sin embargo, esto no cambiará la realidad demostrable de que volar es el modo más seguro de viajar porque en este caso el número de accidentes no es tan relevante como la relación entre el número de vuelos y el número de accidente o el porcentaje de accidentes/vuelo seguro. Cuando se entrega un gran número de estadísticas el público tiende a dejar de examinar la calidad, relación directa, relevancia y validez de las estadísticas y las acepta confirmando que su número o complejidad técnica es igual a su veracidad.

Tercer ejemplo:

  • La presentación de Lucas ha durado una hora, no he podido entender nada, debe de ser un genio.
  • La presentación de Pedro estuvo bien, lo he entendido todo, ¡no sé cómo no se me ha ocurrido a mí! Lo que hace lo puede hacer cualquiera.

En este ejemplo se comete la falacia de considerar ciertos los datos aportados cuando no se ha llegado a entenderlos. Cuando un tema no se comprende, entonces no es posible dar una opinión al respecto. Únicamente se puede decir que Lucas no ha podido a hacerse entender. Las razones para ello tampoco deben asumirse. Es decir, es posible que la falta de entendimiento no se deba a una asumida experiencia del receptor. Por esto mismo es necesario un diálogo o reacción del público y este debe ser siempre respetado y fomentado.

En muchas culturas se desaprueba el cuestionamiento de las autoridades y la aclaración precisa y diáfana de los contenidos. Esto es lógicamente incorrecto. Esto es así porque el motivo de los documentos, exposiciones, explicaciones y el fin de la comunicación es llegarse a entender es decir, transmitir el mensaje correcto.

Se ha visto que los comentarios anónimos incrementan el número de preguntas. Lo cual, apunta a que muchos evitan el cuestionamiento debido precisamente al argumento por intimidación o Argumentum verbosium. La manera de eliminar estos perjudiciales comportamientos que pueden socavar la credibilidad, a largo plazo, de cualquier materia, es demandando una síntesis, lenguajes más explícitos, la verdadera divulgación por personas realmente capacitadas en estos temas y el escarmiento y exposición de estos galimatías, si todo esto no funciona, entonces se debe buscar activamente un mejor divulgador y mostrar disconformidad abandonando la sala. Un buen divulgador sigue la siguiente frase «Que sea sencillo pero no incompleto».

Por otro lado, la falacia contraria vendría del argumento de cuanta mayor sencillez más certera es una aseveración. Este razonamiento incorrecto no debe confundirse con la navaja de Occam. La Navaja de Occam expone que en igualdad de condiciones es preferible la sencillez a la complejidad entre dos teorías y no se manifiesta acerca de su veracidad. La virtud consiste en saber dar con el término medio entre dos extremos.

 

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