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Problem Solving en tiempos difíciles: Tolerar la ambigüedad

ambiguedad y humildad

Cuando pensamos en personas con habilidad para solucionar problemas, muchos de nosotros tendemos a imaginar a un brillante y preparado ingeniero. Podemos incluso imaginar una mente genial que sabe lo que está haciendo y aborda el problema con un claro objetivo en mente. La realidad, sin embargo, es que la mayoría de la buena resolución de problemas tiene una gran parte de ensayo y error, es más como la aleatoriedad aparente del mercado bursátil que la precisión de la programación lineal.

Construimos una hipótesis, navegamos en océanos de datos, y luego refinamos (o desechamos) nuestra conjetura inicial en la resolución. Esto requiere sobre todo abrazar la imperfección y una gran tolerancia a la ambigüedad, junto con el manejo de probabilidades de un jugador de póker.

El mundo real es altamente incierto

La realidad se desarrolla como el producto complejo de eventos estocásticos y reacciones humanas. El impacto de COVID-19 no es más que un ejemplo: abordamos los efectos para la salud y la economía de la enfermedad, y sus complejas interacciones, casi sin conocimientos previos. Tenemos que estar cómodos con la estimación de probabilidades para tomar buenas decisiones, incluso cuando las conjeturas son imperfectas.

Desafortunadamente, tenemos montones de pruebas que demuestran que los seres humanos no somos buenos manejando estadísticas de forma intuitiva (de ahí el éxito de las loterías). Las conjeturas basadas en el instinto pueden estar muy equivocadas. Es por eso que una de las claves para operar en ambientes inciertos es la «humildad epistémica«, que Erik Angner define como «la comprensión de que nuestro conocimiento siempre es provisional e incompleto, y que podría requerir revisión a la luz de nuevas pruebas».

Investigaciones recientes muestran que somos mejores resolviendo problemas cuando pensamos en términos de probabilidades en lugar de certezas. Por ejemplo, cuando el organismo de investigación australiano Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation (CSIRO), que poseía una patente básica sobre el protocolo de Internet inalámbrico, solicitó regalías a las principales empresas, fue rechazado inicialmente. El CSIRO apostó por acudir a los tribunales para proteger su propiedad intelectual porque estimaba que sólo necesitaba un 10 por ciento de probabilidades de éxito para que esto fuera una buena idea, dados los costos legales y el probable pago. Mejoró sus probabilidades al elegir a los infractores más débiles de la P.I. y seleccionar una jurisdicción que favorecía a los demandantes. Este pensamiento probabilístico dio sus frutos y finalmente condujo a acuerdos a CSIRO que superaron los 500 millones de dólares. Una tolerancia a la ambigüedad y la voluntad de jugar con las probabilidades ayudaron a la organización a orientar su camino hacia una buena solución.

Para abrazar el imperfección con humildad epistémica, comienza por soluciones que impliquen certeza. Puedes hacer preguntas como «¿Qué tendríamos que creer para que esto sea verdad?» Esto saca a la superficie suposiciones implícitas sobre las probabilidades y facilita la evaluación de alternativas.

El conocimiento perfecto es escaso, especialmente para problemas empresariales y sociales complejos. Abrazar la imperfección puede llevarte a una resolución de problemas más eficaz. Es prácticamente una necesidad en situaciones de alta incertidumbre, como el comienzo de un proceso de resolución de problemas o durante una emergencia.

Un buen amigo me recomendó, hace tiempo, que tenía que aprender a fracasar un par de veces por semana. Vivir en la incertidumbre, tolerar la ambigüedad y ser humilde no es fácil, pero es fundamental en estos tiempos que nos ha tocado vivir.