A menos que seas una persona excepcional, eres un crítico. Desde una edad muy temprana aprendemos a analizar y criticar cualquier cosa nueva a la que se nos exponga. Como adulto es natural ser crítico. Somos verdaderos expertos en ello.
¿Cuál es tu primera reacción típica cuando alguien propone una nueva idea? ¿Por lo general decir algo como «¡Eso es fantástico!», «¡Es una gran idea!» o «¡Eso es realmente interesante!»?
Probablemente no. Aunque puede haber algunas excepciones, la mayoría de nosotros venimos preprogramados con la respuesta negativa. A través de la formación y el condicionamiento en la escuela y en el hogar, aprendimos a criticar primero y pensar más tarde. Es casi como si hubiéramos aprendido que es mejor rechazar algo nuevo que considerar su valor potencial como una solución.
Un ejercicio de pensamiento negativo
Para ilustrar esta tendencia automática, aquí te mostramos un ejercicio para que hagas por ti mismo o con tu grupo: Tómate cinco minutos y anota cada respuesta negativa que puedas dar a una idea dada. Cuando hayas terminado, compara tu lista con la siguiente:
- Nuestro problema es diferente.
- Y lo intentamos una vez.
- No tenemos tiempo suficiente.
- No tenemos suficiente ayuda.
- Nuestra organización es demasiado pequeña para eso.
- Siempre lo hemos hecho así.
- Nuestro método actual es fiable.
- No es práctico.
- Se adelanta a su tiempo.
- Está anticuada.
- Aún no estamos listos.
- Ya hemos tenido demasiado de esto últimamente.
- No se puede enseñar a un perro viejo nuevos trucos.
- Nuestro equipo es joven y no lo necesita.
- Requerirá una fuerte inversión.
- Nunca será rentable.
- Si no se requiere inversión, ¿cómo esperamos que funcione?
- Es demasiado radical.
- Es casi lo mismo que lo que estamos haciendo ahora.
- El papel lo aguanta todo, pero no funcionará.
- Viola las normas de la empresa.
- Al jefe no le gustará.
- Está fuera de mi responsabilidad.
- Entra en conflicto con la política de la compañía.
- El método actual está funcionando. ¿Por qué cambiar?
Probablemente podrías pensar en muchos más ejemplos con muy poco esfuerzo. Y ahora qué pasaría si trataras de hacer una lista de respuestas positivas? Pruébalo. Tómate cinco minutos y anota cada respuesta positiva que se le ocurra a una nueva idea. Lo más probable es que este segunda lista será más corta que la primera. Es mucho más difícil pensar en positivo.
Desarrollar respuestas equilibradas
Para salir de las redes del pensamiento negativo, trata de desarrollar respuestas más equilibradas a las nuevas ideas. Hay varias maneras de hacerlo. Aquí hay tres:
1. Trata de ver las ideas como materia prima, es decir, las ideas iniciales son las frágiles criaturas que a menudo pueden transformarse en soluciones más viables. Así que sé amable. Apoyar y acunar una nueva idea permite con frecuencia que sea modificada o puede ayudar a estimular versiones mejoradas.
2. Cada vez que escuches una nueva idea, prueba a pensar: «¿Qué tiene de bueno? ¿No tiene al menos una característica positiva esa idea? Si se puede pensar en un aspecto positivo, entonces te beneficiarás de lo que inicialmente puede haber parecido inútil.
3. Utiliza una respuesta equilibrada para evaluar nuevas ideas. Di (o piensa) lo que te gusta de la idea, lo que te parece interesante, y luego lo que no te gusta. Esto podría ayudar a mejorar el clima negativo en equipos que a menudo acompaña a las respuestas a nuevas ideas.
Recuerda lo que dijo Shakespeare a través de Hamlet: «No hay nada malo ni bueno en sí mismo, es nuestro pensamiento el que lo transforma». Y si necesitas ayuda, ¿hablamos?